Vida literaria de Carmen Laforet
Leyendo esta Vida
literaria de Carmen Laforet, a cargo de Teresa Rosenvinge y Benjamín Prado y
publicada en 2004 por Ediciones Omega, he recordado cuánto me gustó Nada cuando lo leí en el instituto. Por entonces,
era lectura obligatoria. Luego olvidé a la autora durante muchos, muchos años hasta
que me topé con las cartas que se escribieron Elena Fortún y ella hasta la
muerte de esta última, en 1952. Allí descubrí una voz muy nítida en su
confusión, amarga pero bien modulada, con una querencia por la sencillez y la
humildad que la hacía irresistible.
En esta Vida
literaria, la voz de Carmen Laforet vuelve a sonar por encima de sus
novelas, más allá de Nada y del
Premio Nadal que recibió cuando apenas tenía veintitrés años, y que la
catapultó a un éxito que fue luz y sombra al mismo tiempo, porque en él se
sintió incómoda toda su vida.
La obra de Rosenvinge y Prado incluye un estudio
biográfico, un repaso a su bibliografía y una interesante selección de textos
(fragmentos de novelas, cuentos, artículos). Me han gustado especialmente los
relatos y los artículos porque muestran muy bien el alcance y la transparencia
de esta autora que nunca soportó sentirse constreñida y acatar la voluntad de
los demás. Ella siempre se movió por instinto, por intuiciones. Se pasó la vida
ansiando la soledad para poder escribir pero, cuando por fin la obtuvo (fue al
separarse de su marido después de más de veinte años de matrimonio y cinco
hijos, ya mayores, en común), escribir empezó a resultarle cada vez más difícil.
En realidad, el oficio de escritora reconocida y profesional siempre le había
resultado una carga. En esa época, Carmen Laforet empezó a publicar artículos
en varios diarios que, aunque posiblemente fueron escritos por motivos económicos,
son una delicia para el lector porque parece como si pudiéramos acariciarle las
mejillas, unas mejillas que adivinamos tersas y suaves, adornadas por una leve
sonrisa burlona.
La figura de Laforet sigue resultando fascinante hoy en día
por su determinación, su honestidad, su desprecio de las cosas mundanas y los
elogios engañosos. Sus cuentos y novelas son piezas que conforman de un modo
preciso la época en que vivió, la terrible posguerra española; las relaciones
humanas en el clima de miedo de la dictadura; las ansias por volar un poco más
allá de la mediocridad que se respiraba en esa época. La literatura de Carmen
Laforet permanece vigente y la voz de sus cartas y artículos resulta
extrañamente fresca, como si aún pudiéramos alargar la mano y acariciarle las
mejillas.
Teresa Rosenvinge y Benjamín Prado, Carmen Laforet, serie Vidas literarias, Ediciones Omega, 2004, 520
páginas.